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indio solari

Oct
21

indio24.jpg«Patricio Rey además los construyó a ellos: Los Redonditos de Ricota. Los hizo redondos porque estaba cansado de ver un mundo manejado por cuadrados, con ideas rectas, pasiones triangulares. Los hizo de ricota porque antes experimentó con otros materiales, no se crean. Probó, por ejemplo, con el cemento. Pero se dio cuenta que el cemento había sido utilizado para construir los nichos donde descansan nuestros sueños. También probo con la mierda, pero los monopolios internacionales la tenían copada. Probó con la sangre. Pero la sangre había sido ya vertida por esa pequeña colonia de Hitleres que gobiernan este manicomio. Luego, probó con las palabras. Probó construir redonditos con palabras. Pero las palabras habían sido sometidas a un molde de estado y la palabra «Represión» las tenía todas encerradas dentro de la palabra «Miedo». Entonces dijo: Solamente queda la ricota. La ricota que se extrae de la leche podrida que se saca de las vacas que se han escapado del matadero y el verdugo no les pudo colocar su rebeldía. Por eso los hizo de ricota.»

Oct
15

Sep
24

POLVO NEGRO INSTAMATIC
Carlos Solari

Ahora, cuando nos patrullás con tu mirada parecemos los limones más agrios de la frutera, no podés creer que fuimos sus únicos amores.

No te es fácil imaginar a esa hija del rock´n roll en este club hiriente del centro, entre botellazos.
Pero el invierno fué muy frío para el amor y para los enamorados.

No es fácil imaginarla en este caos infantil, pero el invierno fué helado para la esperanza, helado desde siempre.

Sí, hay una piba hermosa que nadie besa tirada en la plancha de la morgue.

Sep
23

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Y MIENTRAS TANTO EL SOL SE MUERE…

Todavía no usé mi milagro de hoy

(que corta es la vida, mi amor!)
No voy a buscar más consuelos tontos
si pasa algo malo esta vez.
Te voy a buscar
en la oscuridad

Yo no sé si pueda volver a encontrarte, amor
si dios no me quiere en tu eternidad
Sueño con que duermo, no lleno mi tumba aún
y un poquito tarde ésta vez se va a hacer…
Y mientras tanto el sol se muere
y no parece importarnos…

Mientras te quiero el sol se apaga
y si dios queda en nada o no existe
te amaré mucho más.
Te voy a encontrar
en la oscuridad

Algún día, pronto, una de mis vidas
va a intentar matarme y lo va a lograr
Como será andar solito allá en la muerte?
Ay! mi amor…ya sin vos…sin tu sueño…
Yo no sabría echarte de menos
(soy un ladrón que robó dolor)
y si te pierdo camino a casa
ya te dije esto antes…linda mía
…te voy a encontrar
te voy a buscar
y te voy a encontrar…

.::: Þº®¢O rÈ× ::.

Sep
23

El charro chino

Sep
16
Sep
16

indio

TE ESTAS QUEDANDO SIN BALAS DE PLATA…

Es encantador…
Tan encantador!
Jurás que te criaste en un balde de gusanos
tonteras de ayer que no te dejan ser feliz
No te están quedando mas de tus balas de plata
(no debí decirlo, tu esclavo ahora soy…)
Es encantador…
Tan encantador!
Debo confesarte que algo me he guardado
me dejé ganar y me puse encantador
A mi alrededor todos piensan que bromeo
y es encantador que pueda sentirme así.
Es encantador…
Hay en tu voz un dolor ligero
encantador, con color de pillo
Es encantador…muy encantador
Sos titán del sexo, persuasivo y goloso
tu tipa no ve que es una cerda igual que vos
(te manda mensajes de estrellita caliente)
Traga y hace muecas, implora y pide más.
Sos encantador…muy encantador
Lengua rosada y de terciopelo
Café del Mar y baladas tontas
Es encantador…
Tan encantador!
Seco, congelado, tonto y afortunado
Macho tupperwear, confortable (tudo Ben)
Cargás con la madre de todas las resacas
Cara de tapir, de gordito bon-o-bon
Sos encantador!
Muy en cantador! Tan encantador!

Ene
11

http://kalops.wordpress.com/2006/02/12/recitales-de-los-redondos-ineditos/

Dic
28

desangelado psycoheroe

Mar
17

Vemos el vinagre que brota del culo y se deposita en una servilleta pringosa. Miserias a que nos tienen acostumbrados los ojos. Y un abanico desconsolado de clientes sosteniendo modernos globos de feria. Pesados, con el triperío lleno. Y chicos contentos de que les cuelgue y zigzaguee. ¡Que lujo! Puliéndose la «jeringa» con dos dedos. Temerosos de la cremallera del pantalón leopardo. Lavándose el cuerito. Quitándose el olor rancio que dejó la cloaca del camarero. El del culito de neón encendido, subrayado con una anchoa. El colega inoxidable que propone caminar pesado. El de los porros y la pistola de cocaína para romper todo. El que lía el chocolate sonámbulo y golpea al camarero de estúpida risa de conejo. Ninfas que esnifan con la barriga inflada como un calamar.
Como un instrumento más de la extravagancia, el palco enfrenta a una multitud quieta como un grabado. Fantasmas miserables parecidos a jovencitos, soplan flautas panzonas como pipas de opio. Trombas jorobadas y columnas de tambores son ejecutadas por niños emocionalmente quebrados y enfundados en gabanes. Muñequitas greñosas y castañuelas desesperadas. Caprichos infantiles ciegos por la droga. Silbidos revueltos, estridentes, de frases telescópicas arrancados a la agonía del siglo. Guitarras húmedas de fiebre y delirio alzando el anfiteatro en el aire con estruendos rabiosos. Música epiléptica, lacerante. Concertantes de mirada feroz. Payasitos pálidos mirando el espacio íntimo con sus pupilas muertas. Un drama musical apropiado para este mundo. La pobrecita del Paraíso, la manzana de corazón mordido, gira en silencio acercándose al núcleo del remolino. Va a perderse ahogándose en esa negra abertura. ¡Pobre manzanita civilizada! Hay Carnaval en el Máximo Cielo y allí va hacia el abismo la ingenua fruta, cargando los secretos del suicidio en la huronera de Occidente. No hemos salido del bosque aún y ya estamos dando gracias. Caminamos agotados mirando el zig-zag luminoso de los proyectables en el cielo. Las cejas cargadas de espuma vegetal, el olor de la tierra en un vapor metálico penetra las narices y nuestra musculatura se moja en un jarabe pálido de hierbas podridas. Linternas poderosas barren el valle buscándonos. Nos detenemos a mirar las llamaradas que azotan el horizonte. El regreso de la patrulla, una y otra vez… El estratega traza el mapa con buen ritmo. En su video se cortan paralelos y meridianos. Contempla la telaraña en que han caído sus hombres. Los imagina con el agua a la cintura o en las colinas atenazadas por el enemigo, volando en explosiones coloridas y cayendo pedazo a pedazo. Y ve también a los que esperan para explotar maldiciendo su nombre en el incómodo inflable de la enfermería de campaña. Escucha a sus hombres, sordos por el estruendo, diciendo sus oraciones cuando un globo de calor los interrumpe para cortarles un nervio. Los técnicos redujeron la gira de la burbuja de gas en el frente. El «material coreano» recorrió los equipos protectores de potasio yodado. Nuestra tropa se ha vuelto cruel. No voy a entrar en detalles. Durante la tregua nocturna, el primer teniente me contó que su bisabuelo fue fusilado aquí en Dublín, en una plaza. Me soltó también que la idea toda del ataque es tan descabellada que solo un borracho destruido como él pudo estar de acuerdo en arriesgar sus hombres. Todo mientras subía al coche de la Agencia Gubernamental y partía custodiado por una tanqueta cerebrada japonesa. Lo veía alejarse por el camino que corre entre las dunas cuando la altura se iluminó. Un pequeño gesto enemigo bajo del cielo. Como un rayo cayó sobre el grupo. Los vehículos estallaron como uvas y un velo denso y amarillo nos separó por un momento. Luego, nada en absoluto, ninguna señal… El cielo se ha transformado en un papel metálico donde las voces se mezclan en órdenes y gritos sordos. Los camiones se alinean en los muelles. Puntos de acetileno cegadores acompañan el sonido de las sirenas y las maldiciones de los oficiales. Los radioespejos vibran luminosos y los infantes inundan los hangares acomodándose como mercancía. La casa rodante del comando es lo único inmóvil. Pintarrajeada y silenciosa entre todo el hormigueo. Adentro el tiempo se ha rasgado para el joven comandante y un temor desconocido brilla como una navaja en su cerebro. Sus pómulos están duros como tablas. Se pone de rodillas lentamente y se afloja los correajes. Se quita el traje-frío arrastrando la respiración. Un minuto más… los párpados apenas se resisten. Ya no duele cuando estallan sus músculos abdominales y se muere hirviendo. Por la ventana llegan los gritos de sus hombres, aprestándose, excitando sus perros de combate. Picándolos con palos para que aúllen sin cesar.
El Indio Solari